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Proteger la capa de ozono ha contribuido a limitar el calentamiento global

Una investigación señala que el Protocolo de Montreal “tiene beneficios colaterales para la mitigación del cambio climático”.

Si continuaran utilizándose productos químicos que destruyen la capa de ozono –como los clorofluorocarburos (CFC)–, la capacidad del planeta para absorber el dióxido de carbono de la atmósfera se habría degradado. Como consecuencia, se habrían disparado la temperatura global al haber estado la Tierra y su flora expuestas en mayor medida a la radiación ultravioleta del Sol.

Un estudio publicado este jueves en la revista Nature analiza cómo la prohibición de los CFC mediante el Protocolo de Montreal en 1987 ha contribuido a limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, como establece el Acuerdo de París. Aunque la temperatura ya ha subido aproximadamente 1,1 ºC respecto a niveles preindustriales, el uso de estos químicos podría haber llevado al planeta a un calentamiento de 2,5 ºC.

La investigación, dirigida por un científico de la Universidad de Lancaster, concluye que la capa de ozono se está recuperando y que dicho protocolo «tiene beneficios colaterales para la mitigación del cambio climático, porque las sustancias que dañan la capa de ozono son potentes gases de efecto invernadero». Asimismo, «la radiación ultravioleta evitada y el cambio climático también tienen beneficios colaterales para las plantas y su capacidad de almacenar carbono a través de la fotosíntesis».

Esto, sin embargo, no se había investigado previamente a este estudio. Esta nueva modelización dibuja un mundo sin el Protocolo de Montreal: «un mundo evitado», dicen, en el que habría entre 580.000 millones de toneladas menos de carbono almacenado en bosques, otros tipos de vegetación y suelos y entre 165 y 215 partes por millón adicionales de dióxido de carbono en la atmósfera. Dado que actualmente hay 420 partes por millón de CO2, esto supondría un 40-50% más. Así, explican, «la enorme cantidad de CO2 de más habría contribuido a un calentamiento adicional de 0,8 °C a través de su efecto invernadero».

Para Paul Young, autor principal de la investigación, «un mundo en el que estos productos químicos continuaran eliminando nuestra capa protectora de ozono habría sido catastrófico para la salud humana y también para la vegetación«. «El aumento de los rayos UV habría atrofiado enormemente la capacidad de las plantas para absorber el carbono de la atmósfera, lo que significaría niveles más altos de CO2 y más calentamiento global», añade.

«Aunque podemos esperar que nunca hubiéramos llegado al mundo catastrófico que simulamos, [el estudio] nos recuerda la importancia de continuar protegiendo la capa de ozono. Todavía existen amenazas, como el uso no regulado de los CFC», termina Young.

Fuente: Climática.